Calidad del aire impecable y eficiencia energética
Ventilación Mecánica Controlada y Aerotermia
La combinación de un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo con un sistema de aerotermia para calefacción, refrigeración y producción de agua caliente sanitaria ofrece ventajas notables, entre ellas un aumento de eficiencia energética, confort térmico y calidad del aire interior.
¿Qué es la Ventilación Mecánica Controlada?
La VMC de doble flujo, o ventilación mecánica controlada de doble flujo, es un sistema de ventilación diseñado para mantener un ambiente interior saludable en los edificios. Funciona mediante un sistema de conductos que extrae el aire viciado de las áreas húmedas, como baños y cocinas, y a la vez introduce aire fresco del exterior.
La característica principal de la VMC de doble flujo es que utiliza dos flujos de aire independientes: uno para extraer el aire viciado y otro para introducir aire fresco. Estos flujos de aire pasan a través de un intercambiador de calor, donde el calor del aire saliente se transfiere al aire entrante, lo que ayuda a mantener la temperatura interior de manera más eficiente.
Además de proporcionar una ventilación constante, la VMC de doble flujo también permite controlar la calidad del aire, ya que puede incorporar filtros para retener partículas, polvo y alérgenos, mejorando así la calidad del aire interior.
¿Cómo funciona la calefacción, refrigeración y ACS (Agua Caliente Sanitaria) mediante aerotermia?
La aerotermia es un sistema que aprovecha la energía contenida en el aire para proporcionar calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria en un edificio. Funciona mediante una bomba de calor que extrae el calor del aire exterior y lo utiliza para calentar el interior del edificio en invierno. A su vez, en verano, la misma bomba de calor puede invertir su funcionamiento y extraer el calor del interior del edificio y liberarlo al aire exterior, proporcionando refrigeración.
El funcionamiento básico de la aerotermia se basa en un ciclo termodinámico. En el modo de calefacción, el sistema extrae el calor del aire exterior utilizando un refrigerante. Este calor se transfiere al agua del sistema de calefacción, que luego se distribuye por radiadores, suelo radiante u otros sistemas de emisión de calor en el interior del edificio. Mientras tanto, el refrigerante se enfría y circula de nuevo al aire exterior para recoger más calor.
